05 abril 2024
Valle del Río Las Chinas: Una puerta hacia el pasado
¿Qué pensarías si te dijera que el tiempo se materializa? ¿Que se presenta de distintas colores, formas y tamaños? ¿Qué podemos tocarlo? ¿Sentir texturas y ver sus colores? En el Valle del río Las Chinas, en los terrenos de Estancia Cerro Guido, es posible.
El Valle del río Las Chinas es un paisaje único. Un caudal de agua rodeado de imponentes montañas, lomas y cerros. Mantos de tierra, arena y roca que hacen de colcha para quienes encontraron el descanso eterno hace decenas de millones de años.
El Instituto Nacional Antártico Chileno (INACH) realiza campañas anuales en el Valle del Río Las Chinas en el mes de febrero. Usualmente se quedan alrededor de 2 semanas, divididos en varios campamentos, con cada individuo dedicado a su especialidad.
¿La razón? El Valle del Río Las Chinas, ubicado en los terrenos de Estancia Cerro Guido, oculta un paraiso paleontologico, dónde año a año afloran nuevos huesos fosilizados, cuyos descubrimientos hacen cuestionar a los estudiosos de la paleozoologia sus previos hallazgos y estudios. Así es la ciencia, una constante reinvención.
Junto con un compañero guía, nos aventuramos al campamento «Stegourus» de la campaña 2024 de INACH. Aquí estaremos dos noches, acompañando a los científicos que realizan las labores de excavación de huesos petrificados, pertenecientes de diversas especies que aqui encontraron su fin.
El campamento queda a algunos kilómetros dentro del valle, partiendo desde el puesto Las Chinas de Estancia Cerro Guido. El camino es complicado y no contamos con el vehículo adecuado para subir, por lo tanto, nos contactamos con Héctor Ortiz, uno de los paleontologos que están apostados en Stegourus, para que nos espere en el puesto y así subir en su camioneta.
A Héctor lo conocí en un scouting (excursión de reconocimiento) que los guías de Estancia Cerro Guido realizan en busca de rutas para nuevas excursiones. Aquella ves nuestro objetivo fue comprobar si es posible salir de excursión a los sitios de investigación paleontológica ubicados en el valle del río Las Chinas. Este fue un primer encuentro para organizar la siguiente visita, esta vez con acampada junto al equipo de INACH.
Pues así, nos encontramos nuevamente con Héctor en el Puesto Las Chinas de Estancia Cerro Guido. Se encontraba montando un cuatrimoto en una camioneta que, de solo verla, podías deducir que había pasado por varias excursiones. ¡Cuántas historias debe tener!
Junto a mi compañero, Juan Pablo, montamos nuestro equipo de campamento en la camioneta y a un paso lento, pero seguro, emprendemos camino hacia el campamento Stegourus, donde nos esperaba el resto del equipo y con quién compartiríamos los siguientes dos días en busca de los nuevos descubrimientos que allí realizarían.
Campamento Stegourus
A lo largo de los años, en los distintos campamentos de las variadas excursiones que INACH emprende, se han llevado a cabo muchísimos descubrimientos que cambian paradigmas de la paleontología mundial. No por nada se reconoce a este valle como uno de los más importantes de Sudamérica.
Uno de estos campamentos es el llamado “Stegourus”, por la especie allí descubierta. En otras oportunidades, este campamento ocupaba otra ubicación, un poco más baja en altitud y llevaba el nombre de “Saurópodo”, por la misma razón.
Aquí se encontraba el resto de uno de los equipos de la INACH. Sin embargo, cuando llegamos, no encontramos a nadie, ni un alma. “Están arriba, en la excavación”, aclaró Héctor.
El campamento consiste en dos domos, rodeados de distintos elementos como cajas de materiales, vehículos y una parrilla que sin ningún tipo de vergüenza se usa todos los días para la alimentación del personal. Un poco más alejadas de este centro de reuniones, se encuentran las carpas de cada uno de los integrantes del equipo.
Los domos consisten, como ya fue mencionado, en centros de reuniones para distintas tareas. Mientras uno funciona como cocina, comedor y despensa, el otro es realmente un laboratorio equipado con microscópicos con tecnología de punta y diversas herramientas para la investigación de fósiles.
Por lo tanto, de momento, nuestra misión era instalarnos. Armamos nuestras carpas, con algo de dificultad debido a la fuerza del viento soplante. Recordemos que nos encontramos en medio de un valle, donde, en ocasiones, supera los 100 km/h.
Al terminar, nos reunimos en el domo cocina. Dejamos nuestros aportes en comida e hicimos churrascas, un estilo de pan cocinado a la sartén y las acompañamos con mantequilla y ají. Ese fue nuestro almuerzo y con esa misma energía partimos a la excavación que se encontraba en aún más altura.
Llegando al punto de excavación, empezamos a escuchar la música del parlante. Si estás tirado en el suelo, buscando huesos entre las piedras, por lo menos tener buenas canciones que te acompañen. Allí estaban, tal cual empezaron hace un par de semanas atrás, agachados con la mirada pegada en la arenisca, buscando cualquier indicio de hueso o elemento.
El grupo se encontraba alrededor de un “buchón”, un bloque de yeso que en su interior contenía uno de los descubrimientos más importantes del último tiempo. Por razones de confidencialidad, no podemos ahondar en esto, pero este tipo de hallazgos nos hablan de la significancia y valor del Valle Las Chinas para la paleontología moderna
Prospección al Hito 39
Día 2. Después de haber pasado una fría noche, donde las estrellas decidieron hacer una leve aparición, opacadas por la luz lunar, pero mostrándose al fin, nuestra misión era prospectar el camino desde el Puesto Zamora hasta el Hito 39 de la frontera con Argentina.
Partimos el día bien temprano. Alrededor de las 6 AM ya nos encontrábamos en pie y listos para salir. Después de compartir un buen desayuno a base de churrascas, sopaipillas y café, teníamos la energía para enfrentar la caminata.
Al tratarse de una prospección, como su nombre lo dice, es la explorar una ruta potencial para realizar excavaciones arqueológicas. La ruta se encontraba trackeada y pararíamos en varios puntos de interés, en busca de material investigativo.
Éramos muchos los miembros del equipo que iríamos a prospectar la zona. Por lo tanto, la logística del traslado fue la siguiente: Héctor nos iría a dejar en una camioneta, donde apenas cabíamos, pero de alguna forma logramos entrar 7, mientras que otros dos se irían en el cuatrimoto que transportaron el día anterior.
El punto de partida fue el Puesto Zamora, desde allí empezaríamos a caminar en dirección Este, hacia la frontera con Argentina deteniéndonos en ciertos lugares con las características pertinentes para realizar excavaciones.
De esta forma, empezamos nuestro camino. En total éramos 6 los que nos adentramos en esta ruta. Eran alrededor de 7 kilómetros hacia el hito fronterizo, sin una huella marcada, entonces debíamos seguir las de los guanacos que aquí habitan. Tampoco tenía mucha elevación, por lo tanto, no era una caminata complicada, pero si era larga.
Caminamos alrededor de una hora y media antes de parar en un primer punto de interés. Sergio Soto, uno de los paleontólogos del equipo, quién lideraba esta expedición, nos mostró el mapa y dijo “Aquí es un buen lugar para cositas chicas”. Así que paramos y antes de poder preguntar nada, el equipo ya se encontraba de rodillas en el suelo buscando cualquier indicio paleontológico.
Con Juan Pablo, mi colega guía de Estancia Cerro Guido, no queríamos ser menos, por lo tanto, también nos pusimos a buscar. Sin embargo, al tomar una piedra y mostrársela al profesor Soto, la tiraba al suelo y decía “Es una piedra”. No encontramos nada. Al contrario de los paleontólogos, no contamos con un ojo entrenado como ellos.
Es más, era tanta la diferencia, que mientras nosotros recogíamos piedras que, a nuestro ojo, parecían huesos, el profesor Augusto Martinelli, encontró un fragmento innegable de cáscara de huevo de dinosaurio. Es que no habían advertido que sería así. El ojo de los investigadores está tan entrenado que llega a bordear lo absurdo con sus hallazgos. Lo que para cualquiera es una piedra más de la tierra, para ellos es un tesoro.
En aquella ladera donde nos detuvimos por primera vez, fue el lugar más fructífero en cuanto a hallazgos. No obstante, esta ruta nos tenía algo más fascinante preparado aún.
Después de unas 3 horas de caminata, con pausas para descansar incluidas, llegamos a otro sitio alucinante. Se trataba de otra ladera en donde los huesos parecían aflorar mientras caminábamos.
En el suelo podíamos ver fragmentos de huesos petrificados de decenas de millones de años que, al estar expuestos a las inclemencias del clima, habían perdido toda información valiosa para la investigación. Ahora, no deja de ser impactante.
Sin exagerar, los huesos parecían crecer de la tierra. No podíamos dar un paso sin toparnos con un fragmento de hueso. Es increíble como el tiempo se materializa y se presenta frente nuestros ojos.
INACH en Estancia Cerro Guido
El Instituto Nacional Antártico Chileno (INACH) viene una vez al año, usualmente en febrero, para investigar a quienes habitaron estas tierras millones y millones de años atrás.
En el Valle del Río Las Chinas es donde se ocultan cientos de especies descubiertas y aún por descubrir, lo que vuelve fascinante pensar en los próximos hallazgos que esta entidad científica logrará encontrar.
Al igual que este año, INACH siempre se va con algo distinto. No podemos revelar los descubrimientos por un acuerdo de confidencialidad, sin embargo, podemos afirmar de que se trata de algo que cambiará los paradigmas de la investigación paleontológica mundial.
El tiempo es algo fascinante. Se materializa, toma forma y textura. Se presenta a nosotros en forma de piedras de distintos tamaños. Es interesante la manera en que estos investigadores transforman estos descubrimientos en tesoros con un valor inigualable.
¿Te interesa a historia biológica de nuestro mundo? ¿Quieres ver directamente al pasado? Visita Estancia Cerro Guido, la puerta de entrada al mundo de los dinosaurios en el sur austral del planeta.