22 febrero 2024

Safari de Conservación: El tesoro de la Vida Salvaje

El Safari de Conservación corresponde a un viaje por las áreas de Conservación de Estancia Cerro Guido, donde los pasajeros podrán apreciar la magnificencia de la vida salvaje presente en la Patagonia

 Son las 6:45 de la mañana. La noche anterior, los guías fueron insistentes en que debíamos salir a esta hora si queríamos tener la oportunidad de presenciar los reyes de la Patagonia: Los Pumas.

Nos subimos al Land Cruiser, el vehículo que Estancia Cerro Guido emplea para el Safari de Conservación, una de las tantas excursiones que este hotel ofrece en su gran abanico de actividades que tienen como objetivo concientizar a los pasajeros sobre la importancia de la armonía entre especies.

Los guías montaron los coolers en donde llevan café y galletas para acompañar el viaje. De pronto, levantarse a las 5 de la mañana no era tan malo. Ves paisajes únicos en el mundo, una magnífica fauna que no encontrarás en ninguna otra parte del planeta.

Sacas tu celular en un intento, muchas veces fallido, de plasmar todas las maravillas que tu ojo está presenciando. No obstante, ningún lente, de ninguna cámara, podrá si quiera acercarse a replicar las sensaciones que vas experimentando con el viaje. Guardas tu celular, no vale la pena apreciar tales paisajes a través de una pantalla.

Por fin llegamos al sector de Condoreras. Un espacio de aproximadamente 2000 km2, perteneciente a la Estancia, pero que no lo habita nadie más que sus verdaderos dueños: la fauna silvestre de la Patagonia. Es un lugar puro, libre de intervención humana, más que algunas cámaras trampa que permiten a los rastreadores profesionales o trackers, seguir el movimiento de los animales que allí habitan.

El lugar es inmenso. El horizonte no se alcanza a divisar, sin embargo, recién entrando a este sector, nos encontramos con Patricio bajándose de su camioneta, uno de los tantos trackers que han dedicado su vida a la observación y cuidado de especies como el Puma, muchas veces perseguidos por representar un peligro para la ganadería.

Son las 7 de la mañana y Patricio pareciera no tener una pizca de sueño. Sus ojos bien abiertos y atentos a cualquier movimiento. Incluso cuando te habla pareciera que está buscando con, quizás, ojos en la nuca.

El Encuentro

Nunca había visto un Puma y ciertamente, tampoco era de mis grandes ambiciones de estar acá. Siempre pensé que la magia de la Patagonia estaba en las Torres y el gran paisaje que las rodea. Los animales no eran mi mayor motivación. Pero todo cambio.

Mientras avanzábamos por Condoreras, nos dimos cuenta de que Patricio se detiene y baja de su camioneta con una sonrisa de oreja a oreja, haciendo el ademán para que nos bajáramos de nuestro vehículo.

Algo había visto y quería que lo acompañáramos en su alegría. Nos bajamos y lo primero que escuchamos fue un “¡SHHH!” suave. Claro, no queremos ahuyentar a lo que sea que esté cerca de nosotros. Queremos verlo, por supuesto.

Tomamos nuestros binoculares que los guías de la Estancia dejan en los asientos de la parte de atrás del Land Cruiser con la intención de que vivamos la experiencia de tracker. Luego de un par de indicaciones, a veces vagas, pero que luego de llegar a un consenso común, se logran entender. Los vimos.

Ahí estaban. Eran tres pumas, una madre con sus dos crías. Se trataba de la Collarcita con sus hijas Mara y Perla, buscando un lugar en donde echarse y descansar. Tenemos suerte, porque una vez que se recuestan es prácticamente imposible divisarlas al ojo común.

Estaban lejos. Unos 50 metros por lo menos, sin embargo, es la distancia prudente, recomendada y obligada de acercamiento a los pumas. No olvidemos que son depredadores y no sabemos cómo pueden reaccionar.

Es un animal magnificente. Su pelaje dorado, que se camufla perfecto con los tonos terréanos del suelo patagónico; su cola larga, que provee de equilibrio a este gran animal; su movimiento suave, que lo ayuda no solo a cazar, sino a sobrevivir, hacen de su presencia algo único.

Si tuviera que describir mis sensaciones, las definiría en dos palabras: Vulnerable y Maravillado. Vulnerable porque estás consciente de lo que estás viendo es un depredador, en cualquier momento puede acercarse a ti; y Maravillado porque estar en presencia de una criatura así, no es algo de todos los días.

Lamentablemente, debimos abandonar nuestro avistamiento. Nuestro objetivo no es seguir al puma, sino apreciarlo. Tal cual fue con los cóndores, guanacos, zorros, chingues y armadillos que logramos presenciar.

Todas y cada una de las especies tienen una magia. Un sentido de pertenencia que la naturaleza encargó de darles y que nos transmite la sensación de que ellos nos dejan entrar, que estamos de visita. Es su casa, no la nuestra.

Fundación Cerro Guido Conservación

El año 2019, motivados por encontrar solución al conflicto y coexistencia entre la actividad ganadera y conservación de las especies, nace la Fundación Cerro Guido Conservación que tiene como objetivo encontrar herramientas y técnicas para resolver la armonía entre la fauna, flora y ganadería.

Durante más de un siglo, depredadores como el puma han sido perseguidos y cazados porque representan una amenaza para la actividad ganadera, generando un daño irreparable en el ecosistema de la Patagonia.

Si quieres conocer más acerca del Safari de Conservación y del trabajo de la Fundación Cerro Guido Conservación, haz click aquí.

 

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